“El Río de la Plata es el mejor lugar del mundo para formar una colonia inglesa.” – John Pullen gobernador de las islas Bermudas en misiva a Robert Harley, Conde de Oxford (1711)
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La Guerra anglo-española (1804-1809) (1)
Las dos decisivas victorias de la marina británica sobre la combinada flota hispanofrancesa en Trafalgar y Finisterre echaron por tierra los planes de Napoleón Bonaparte de invadir gran bretaña y el poder europeo quedó repartido: El continente para Francia y los mares para Inglaterra.
El Almirante Home Riggs Popham recibió la
orden del almirantazgo británico de enviar una fragata a Sudamérica y el agente
estadounidense residente en el Rio de la Plata Pio White le advirtió unos días
después sobre la indefensión de los puertos de Buenos Aires y Montevideo y de
la presencia en la capital virreinal de un fabuloso tesoro. White y Popham eran
socios en el comercio negrero (venta de esclavos) y el almirante debía al espía
norteamericano una gran suma de dinero.
Primera
Invasión Inglesa
El Almirante Popham se presentó ante el Coronel Baird y le manifestó su intención de conquistar el Rio de la Plata. Baird le facilitó el regimiento 71 de infantería, con la artillería necesaria, más de 1000 hombres y ascendió a general al coronel William Carr, vizconde de Beresford.
El 14 de Abril de
1806 la “task force” partió de Ciudad del Cabo y de camino en la isla Santa
Helena, Popham convenció al gobernador de que le “prestara” 250 hombres y dos cañones
de la compañía de las Indias Orientales. El 8 de Junio las naves estaban frente
a Montevideo y el 25 de ese mismo mes frente a Buenos Aires.
En la noche del 24 el Virrey Sobremonte había recibido un comunicado del comandante de Ensenada de Barragán, capitán de navío Santiago de Liniers, en la que le informaba que una flota de guerra inglesa se acercaba y había lanzado varios cañonazos sobre su posición. A las 11 de la mañana del 25 de Junio de 1806, unos 1600 soldados del Regimiento número 71 “Highlanders”, 36 artilleros chinos y numerosos mercenarios alemanes, desembarcaron en Quilmes y a las pocas horas habían ocupado Buenos Aires. El regimiento 71 al mando del coronel Pack era uno de los cuerpos mas gloriosos del ejército británico y llegaba invicto al Rio de la Plata. Sobremonte huyó hacia Córdoba con el tesoro y dejo una ultima consigna: “Replegarse hacia el fuerte para obtener una honrosa capitulación”.
Beresford demandó la entrega del tesoro y advirtió a los
comerciantes porteños que en caso contrario retendría todas las embarcaciones
capturadas en el puerto e impondría “contribuciones”. Ante la presión de los
mercaderes, el tesoro fue entregado a una escolta británica enviada en su persecución: Dentro del baúl se encontraban 1.291.323 pesos plata. Parte del botín se repartió
entre la tropa; a Beresford y Popham les correspondieron 24.000 y 7.000 libras
respectivamente y el resto (mas de un millón) fue embarcado hacia Londres donde
fue paseado y depositado en el banco de Inglaterra.
“El comerciante
no conoce más patria, ni más rey, ni más religión que su interés” – Manuel Belgrano
El territorio fue
denominado como “Nueva Arcadia” y fueron muchos los funcionarios, comerciantes
y ricos propietarios locales que pasaron por el fuerte a jurar fidelidad a su “Graciosa
Majestad Jorge III”.
Bandera del Reino Unido capturada durante la primera invasión inglesa en 1806 |
Decía Beresford
en su primera proclama: “Buenos Aires esta ahora cobijada bajo el honor, la
generosidad y el carácter británico” decretó la “libertad de comercio” y nombro
administrador de la aduana a José Martínez de Hoz. Por su parte, el Almirante
Popham le escribía a Francisco de Miranda: “Mi querido general: Aquí estamos en
posesión de Buenos Aires, el mejor país del mundo” y el “Times” de Londres titulaba:
“En este momento, Buenos Aires forma parte del Imperio Británico”.
La mayoría de la población
era hostil a los invasores y estaba indignada por la ineficiencia de las
autoridades españolas. Los Tehuelches enviaron una delegación a Córdoba para
entrevistarse con Sobremonte y ofrecerle sus mejores lanceros. Los Pampas
ofrecieron 20.000 hombres “todos gente de guerra y cada cual con cinco caballos”.
Los criollos y españoles de la ciudad comenzaron a organizarse en guerrillas
urbanas con planes de volar el fuerte (residencia de Beresford) y todas las
posiciones inglesas. El comerciante español (y negrero) Martin de Alzaga alquiló
una quinta en Perdriel donde comandada por Juan Martin de Pueyrredón entrenaba
una pequeña milicia que fue dispersada el 1 de Agosto de 1806 por Beresford y
550 soldados británicos.
Liniers se
trasladó de Ensenada a Montevideo para organizar la tropa para la reconquista
de Buenos Aires y aprovechando una sudestada (que dejó inmóviles a los buques británicos)
cruzó el Rio de la Plata y desembarcó en Tigre. Contaba con alrededor
de mil hombres, entre los que se encontraba el corsario (héroe de la guerra de
independencia Argentina) Hipólito Bouchard. A medida que se iban acercando a la
ciudad, los vecinos se unían a sus tropas y el 12 de Agosto avanzaron sobre Buenos
Aires desatando una batalla campal que dejó a los británicos acorralados en el
fuerte. Beresford perdió mas de 300 hombres y finalmente capituló.
Plano del movimiento de tropas durante la Reconquista. |
Retomada la ciudad, la Real Audiencia de Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió entregar la Capitanía General a Liniers quien frente a la posibilidad de una nueva invasión emitió el 6 de septiembre de 1806 un documento instando al pueblo a organizarse en cuerpos separados según arma y origen de nacimiento: “Cuerpo de Patricios” (nacidos en Buenos Aires), “Cuerpo de Arribeños” (nacidos en las provincias del interior), “Cuerpo de Indios, Pardos y Morenos” y diversos cuerpos españoles (Cántabros/Montañeses, Gallegos, Catalanes y Andaluces). Cada una de estas milicias eligió a sus jefes democráticamente y entre los elegidos se destacaban algunos nombres como: Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Martin Rodríguez, Domingo French, Juan Martin de Pueyrredón y Antonio Luis Beruti.
Santiago de Liniers |
“Ni la historia de este país ni la de ningún otro pueden ofrecer el
ejemplo de una expedición emprendida y conducida con menos juicio y menos
habilidad.” -
Segunda Invasión Inglesa
Como los ingleses
sabían que en Buenos Aires iba a nacer El Diego, decidieron volver a invadir el
Rio de la Plata y el 16 de Enero de 1807, 12.000 hombres, 20 naves de guerra y
100 barcos mercantes (trayendo “libre comercio”) desembarcaron en Montevideo a
las órdenes del general Samuel Auchmuty.
El Virrey
Sobremonte falló nuevamente en proveer apoyo logístico y para el 3 de Febrero
la operación conjunta del ejercito y la marina británica había ocupado la
actual capital uruguaya. Una semana después el Virrey fue removido de su cargo
(sentando un peligroso precedente de autodeterminación en la América española)
y todo el poder recayó en la Real Audiencia.
Al llegar las noticias de la caída de Montevideo, Liniers ordenó trasladar a Beresford (quien se encontraba prisionero en Lujan) a Catamarca. pero, con ayuda de los colaboracionistas Saturnino Rodríguez Peña y Manuel Aniceto Padilla (derrotistas, contrabandistas y miembros de logia masónica southern cross) huyó hacia Montevideo donde intentó convencer fútilmente al general Auchmuty de no invadir Buenos Aires (Beresford rechazó el ofrecimiento de liderar la expedición y finalmente se embarcó hacia Londres)
Su graciosa majestad envió entonces al general John Whitelocke nombrándolo “gobernador general de América del Sur” y con ordenes de ocupar Buenos Aires.
John Whitelocke |
El 28 de junio los británicos desembarcaron en Ensenada; en su avance derrotaron a una fuerza local muy inferior en número. Tras cruzar el Riachuelo aguas arriba de la posición elegida por Liniers (a orillas del Riachuelo, dando espaldas al mismo) sitiaron la capital el 4 de julio.
“Cuando las 110
velas de la gran armada británica se divisaron en el horizonte, este espectáculo
capaz de intimidar a los mas aguerridos no causo el menor recelo a los colonos”
– Memorias, Manuel José García (agente británico y amigo personal de Bernardino
Rivadavia)
Liniers y el alcalde Martin de Álzaga (elegido el primero de enero de 1807) disponían ahora de unos 8600 hombres y habían organizado a los vecinos para la defensa.
Los ingleses fueron recibidos (desde terrazas, balcones y
ventanas) a tiros, pedradas y con torrentes de agua y aceite hirviendo sobre
sus cabezas. Entre muertos y heridos Whitelocke perdió mas de 1000 hombres y Liniers
le exigió la rendición.
El 7 de julio, el
general inglés comunicó la aceptación de la capitulación propuesta por Liniers
y a la cual (por exigencia de Álzaga) se le había añadido un plazo de dos meses
para abandonar Montevideo.
Las tropas británicas se retiraron de Buenos Aires y abandonarían la Banda Oriental recién el 9 de septiembre.
En enero de 1808 comenzó el juicio a Whitelocke en Londres.
El general finalizó su defensa con las siguientes palabras: “No hay un solo
ejemplo en la historia, me atrevo a decir, que pueda igualarse a lo ocurrido en
Buenos Aires, donde, sin exageración, todos los habitantes combatieron con una resolución
y una pertenencia que no podía esperarse…”
El fallo del tribunal expresaba el disgusto de su graciosa majestad:
“Se dispone que dicho
teniente general Whitelocke sea dado de baja y declarado totalmente inepto e
indigno de servir a S. M. en ninguna clase militar”.
Fuente(s): Biografía de John Whitelocke, todo-argentina.net https://bit.ly/39FwTgx
Felipe
Pigna: "Los Mitos De La Historia Argentina" Vol. 1 (Grupo
Editorial Norma)
Wikipedia: Invasiones Inglesas
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